Al parecer fue espectacular la entrevista. La excitación de Jaime, jefe de personal, incluso aumentaba con las interrupciones de su compañero en la selección, el director internacional.
– ¡Basta! -corté– siéntese Jaime y cuénteme lo sucedido.
Tras escuchar sus explicaciones, no cabía duda: Fernando Borges era nuestro hombre.
Nunca estuvo tan seguro Fernando como aquella mañana: meses investigando la empresa, seguimientos a candidatos previos, escuchas; sabía perfectamente lo que querían, y se lo iba a dar.
– Seré claro, pues necesito su colaboración – el inspector me miraba fijamente – investigamos a su director en Shangai por la desaparición de otros siete candidatos.