«Si bebes, no conduzcas». La frase recorría mi cabeza mientras rumiaba si volver a casa andando o coger un taxi. Fue entonces cuando noté la algarabía en la mesa de al lado. Un grupo de cinco o seis tipos compartía animadamente sus conocimientos sobre gintonics con una esforzada camarera, quien intentaba tomar fiel nota a las peticiones de cada uno.
– La friskin maiers es la de los viernes noche, sin duda.
– ¿Qué tónicas tenéis?
– Más aún, habiendo cenado abadejo azul. El cardamomo marida con el rebrote tierno de su salsa pralinada.
– ¿Hay alguna de burbuja fría? Quiero dormir bien esta noche.
– Si no hay cardamomo, modern flavour con un trocito de kumato.
– ¡Horrible la maiers sin cardamomo!
– Un crimen.
– Pero no te pases con el kumato. Si anulas el toque floral, tendrás que tirar la copa.
– Julián, ¿tú que vas a tomar?
La pregunta iba para otro tipo que volvía a la mesa, al parecer desde el baño.
– Jack Daniels con hielo, por favor.
La sonrisa de la camarera lo decía todo: «Por fin, un hombre» .